El LiMac, inaugurado en el año 2002 y constituido como un museo en movimiento, trabaja en diferentes locaciones y su base de operaciones es, en cada caso, la ciudad que lo alberga.
LiMac se presenta como un museo de proyectos y, al mismo tiempo, como un proyecto de museo. Su propósito es, justamente, el de proyectar. Este museo propone la exhibición, más que de los objetos en sí mismos, de las relaciones entre éstos.
LiMac no quiere ser un museo diferente, simplemente quiere ser reconocido como tal. Al imaginar LiMac uno debe concebir un museo como cualquier otro. Sus características son las mismas: posee una imagen que lo representa, una colección, un catálogo, una página web. No es, pues, una suerte de museo ideal. Alejado de lo que se denomina museo imaginario o museo personal, este museo quiere ser el reflejo de lo que sería un museo de arte contemporáneo en Lima, con todas sus pretensiones y defectos.
LiMac se presenta como un museo real a través de las diversas maneras en que los museos reales llegan a Lima; es decir, mediante souvenirs, catálogos e impresos. Museo de mentira o mentira de museo, los souvenirs y los catálogos generados por LiMac dan lugar a falsos futuros recuerdos, a falsas futuras visitas. Objetos y recuerdos a la vez, los de LiMac se proyectan, irónicamente, en dos direcciones: llegan desde una experiencia pasada que no existe y, dado su presente en constante construcción, se dirigen a una futura experiencia de concreción inalcanzable.