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Más sobre Todas las fotografías verticales del Archivo J.R. Plaza, documentadas fotográficamente (Todas las verticales)

Tres filtros se sugieren desde el nombre descriptivo de esta obra. Por un lado, Bonillas sometió los álbumes de J.R. Plaza a un proceso de selección aparentemente impersonal: ha elegido sólo las fotografías verticales (990 en total), a sabiendas de que la mayor parte de las imágenes de los álbumes familiares (si no es que la mayor parte de las imágenes del siglo XX) son apaisadas. Esto tiene por consecuencia lógica que la mayoría sean retratos individuales o de pareja, en lugar de recuerdos de escenas y acontecimientos, con su consecuente valor alegórico.

En segundo lugar, el artista decidió mostrar este banco de imágenes de acuerdo al curso riguroso de la inclusión de las fotografías en los álbumes. Orden esencialmente cronológico, que hace inevitable el impulso de una lectura lineal de la instalación, como si se tratara de un friso moderno, que ilustra la historia de una familia de origen vasco que hacia los años treinta, tras la derrota de la República española, emigró a México. La selección incluye tomas que van desde fines del siglo XIX hasta el final de la década de 1990, lo que por tanto abarca las fotos que heredó Plaza de sus padres así como su propia producción.

Finalmente, Bonillas optó por refotografiar las imágenes, a fin de someterlas a una caracterización homogénea. De este modo, dotó al conjunto de una aparente unidad de tamaño y proporción, que le permitió eliminar las variables debidas a diversos materiales, formatos y monturas que pudieran añadir un elemento estratigráfico adicional al corte temporal.

Por medio de este último gesto neutralizador, el artista contradice el marcado acento narrativo de la instalación y construye una lectura alterna, en la que las imágenes se encuentran unidas no por una genealogía familiar, sino, como diría Henri Focillon, por “lazos secretos que constantemente se encuentran más allá de los tiempos y los lugares”. En este sentido, el proceso fotográfico de Bonillas comienza, estrictamente, después de que ya fue accionado el obturador y por tanto la fotografía, tal y como está representada en el archivo, se convierte en la investigación inicial, en el boceto de una imagen construida a posteriori.