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Un grupo de músicos se mueven alrededor de un muro describiendo una circunferencia, apareciendo y desapareciendo en combinaciones aleatorias, alterando la composición de la música tocada con sus instrumentos. Inspirado en los mecanismos de una caja de música, la repetición circular es a la vez continua y errática, jugando con la memoria del espectador y las expectativas sensoriales instigadas por del signo de la repetición. Sus extrañas ropas y máscaras fabricadas con tela, cartón y paja, producen una estética de poética y fantasía, otro acto mundano realizado en su deslizamiento sin esfuerzo alrededor de la pared. Una banda de anti-heroes, como la artista los llama. Estos caracteres cambian elementos de sus atributos físicos así como el orden de aparición cada vez que ellos reaparecen desde detrás de la pared: aunque ellos sean parte de un sistema de repetición mecánico, los cambios introducen incongruencias inesperadas. La repetición y la diferencia ocurren simultáneamente. A ratos todos los elementos compositivos (sonido, imagen, y tempo) operan en tándem unos con los otros, a veces ellos se disocian, superponiéndose o separándose. Como en un tren fantasma, una vez que los músicos dejan la escena, prosiguen con un rumbo desconocido, que puede ser la continuación de la circulación continua alrededor de la pared o algún otro viaje más distante.